Te regalo una flor (Non-Fungible Flower), es una colección compuesta por dieciséis dibujos de flores frescas y coloristas, donde el canon establecido de naturaleza muerta, como temática pictórica clásica, entra en comunicación con la creación digital.
El dibujo y la pintura cuentan la historia de un lenguaje universal que comenzó en la prehistoria. Se estampaban sobre las piedras, en las paredes de las cuevas o sobre la piel de los animales que cazaban. Las pinturas rupestres son símbolo del arte desde los inicios de la humanidad. Ya por aquel entonces se dibujaban motivos florales. Cada periodo histórico ha seguido una línea muy marcada que deriva en diversos estilos. Estas pautas se tomaban como referencia para valorar la excelencia de cada obra. De esta manera, a mayor mímesis, mayor valoración. La temática del bodegón no podía estar exenta.
Ocurre que, en este momento de la historia, gracias a la tecnoimaginación, se pueden llegar a sustituir muchos de los valores tradicionalmente establecidos. Sin duda que esto es un riesgo, pero no tenemos otra elección: debemos correr el riesgo. Independientemente de si lo queremos o no: la nueva imaginación entró en escena. Y es un riesgo excitante: los niveles de existencia que hemos de lograr alcanzar mediante esta nueva imaginación nos promete vivencias, representaciones, sentimientos, conceptos, valores y decisiones de las que hasta ahora a lo sumo nos permitíamos solo soñar, y nos promete poner en juego las capacidades que hasta ahora apenas si estaban dormidas dentro de nosotros. (Flusser, 2016)
Tanto el dibujo como la pintura se fundamentan en el vínculo que debe disponerse con las técnicas implementadas entre un cuerpo humano que actúa y un cuerpo no humano donde se plasma. La representación de naturalezas muertas siempre ha tenido esta particularidad y ahora cobran vida mediante tabletas electrónicas. La cultura no comprende a la máquina, es inadecuada a la realidad técnica, porque considera a la máquina como un bloque cerrado y al funcionamiento mecánico como una estereotipia iterativa. La oposición entre técnica y cultura durará hasta que la cultura descubra que cada máquina no es una unidad absoluta, sino solamente una unidad técnica individualizada. (Simondon, 2007).
En este caso modifico la manera tradicional de relacionarme con los elementos, mediante la cooperación con la máquina, generando un entorno digital de dibujo donde se puede ver el proceso y se comprueba trazo a trazo mi humanidad a pesar de la fuerte carga tecnológica que contiene el proyecto. Frente a esta actualidad, la idea de artista romántico solitario, concepción aún vigente en los setenta, ya no resulta viable en una era de acelerada diseminación de información y de masificación de imágenes creadas apretando botones. (Soto Calderón, A; Guldin, R., 2012)
No obstante, la obra se establece también como una crítica frente a nuestra percepción, referente a nuestro convencimiento ante lo que se nos presenta. Como si los medios legitimasen su aparición, aportando un carácter de realidad nunca posible sin ellos.
Desde una perspectiva relacional, con esta colección, trato de llegar algo más allá del hecho de compartir un mensaje entre móviles en favor de los actantes humanos que entran en juego, ya que todos comprenden los beneficios que incluye tanto regalar una flor como recibirla.
Siguiendo la capacidad imaginativa que proponía Vilém Flusser (Praga, 1920) cuando entramos en esta tecnología, no pretendemos dominarla sino mantener una relación mutua de afecto con el dispositivo como si se tratara de un juego de seducción bidireccional. Pero aquí no acaba la digitalización. La obra final adquiere un nuevo significado en cuanto a reproducibilidad, ya que cada flor es minteada o tokennizada, convirtiéndose en un NFT (Non Fungible Token), que se puede almacenar en un monedero digital e intercambiar.
Así, la colección Te regalo una flor, cuyas copias no tokennizadas son distribuidas sin coste a través de tecnología, siguiendo las ideas de arte divertido y gratuito aportadas por Fluxus (1962), presenta una técnica basada en el dibujo clásico y una nueva pincelada digital, partiendo de un medio tecnológico hasta llegar a convertirse en NFT. A pesar de ello, no implica la pérdida del concepto de estética.
Así es la tecnoestética.
Esta colección la realicé para la asignatura de Proyecto I del Grado en Artes en la UOC, con Andrés Senra como profesor de la asignatura, a quien le agradezco enormemente todas sus enseñanzas a la hora de afrontar un proyecto artístico. Arte plural y magistral que me permitió pintar bodegones de flores en iPad y convertirlos en NFTs, a la vez que me demostró que existen infinidad de cosas más que pintar (en ello estamos). Gracias Andrés !
REFERENCIAS
Flusser, Vilém; (2016) “La imaginación técnica”. En: Vilém Flusser y la cultura de la imagen (p. 132); Valdivia, Ediciones UACh
Simondon, Gilbert; (2007) “El hombre y el objeto técnico”. En: El modo de existencia de los objetos técnicos, (p. 162); Buenos Aires: Prometeo Libros; ISBN: 978-987-574-197-3
Soto Calderón, A; Guldin, R.; (2012). “Para documentar algo que no existe“. En: Vilem Flusser y Joan Fontcuberta: Una Colaboración. FLUSSER STUDIES 13.